Quien dice que no es posible viajar en el tiempo, es porque nunca ha escuchado una canción...

28.12.16

1998 va a ser para mí siempre el año en el que arranqué. El año en que desperté al mundo: los mejores amigos, los amores más fuertes, la música, la noche, los primeros pedos. En fin, la adolescencia.

Es también el año en que por primera vez me enamoré fuerte. Pero fuerte fuerte en serio.

Y es, también, el año en que sufrí mi primera traición.

Los recuerdos de esa noche de octubre, de ese quince en el salón del Centro de Jubilados de Funes, son en cámara lenta.

Recuerdo sobre todo ese regreso en silencio, pateando con ese amigo que me medía con precisión científica para saber cuándo meter una palabra sobre aquello que acababa de pasar.

Una súbita patada a uno de los tachos de basura de calle Córdoba, que ya se llamaba Eva Perón, un desahogo hasta ahí nomás, fue la puertita abierta para que rompiera el silencio. Algo me dijo, algo le respondí. Cosa rara la memoria que se ahorró conservarme aquel diálogo.

Fuimos hasta la YPF a comprar algo que andá a saber qué era y después cada uno arrancó para su casa.

Me encerré en mi pieza, me cambié y me metí en la cama. Prendí la tele y puse Mtv, aunque quizás ya estaba clavada ahí. Justo empezó el video de Thank U, que era la flamante canción de Alanis Morissette.

Ese piano, esa voz fueron la chispa que terminó de prenderme la mecha.

La tristeza más monumental y todo el desasosiego de un pibe de 15 años al que habían cagado por primera vez se me cayeron encima por fin, y en esa soledad dejé salir ese llanto controlado, el del dolor para adentro.

Ya sabía que después de esa noche ya nada sería igual nunca, pero nunca más.


13.3.12


¿Vieron eso de que hay canciones que te hacen viajar en el tiempo? Bueno, Don’t go away de Oasis…

Año 1998. Tenés 14 años. Te enamorás perdidamente de una chica. No te da bola, claro. Te enamorás más. Te duele. Haces cosas ridículas y desesperadas. Escribís poemas horribles y diabéticos. Mandás cartitas que no sirven para nada. Sufrís. Hasta que se te pasa.

Pero mientras tanto escuchás esa canción y repetís la frase que más te gusta como un mantra. “Me and you, what´s going on?”.

Invocas a dioses, pedís favores a amigos y amigas en común. A veces te sale, a veces no. Pero estás vivo. Más vivo que nunca.



20.9.10

31 de diciembre de 1999. 16 años. Mucha adolescencia. Mucho agite, noches y amores no correspondidos. En fin, una adolescencia feliz. Además, se terminaba una década, un siglo, un milenio. Había, al menos en mi confusa cabeza adolescente, una sensación de transitar un momento histórico, feliz.

Ya por aquellos años escuchaba mucho la radio. Había tenido un primer acercamiento a la música electrónica a través de la Energy, pero luego había virado a la Rock&Pop. Escuchaba, como todo adolescente que se preciara de tal, a Mario Pergolini. Pero mi favorito era el Day Tripper de Juan Di Natale, Fabio Alberti, Diego Della Sala y Juan Alberto Bodrio.

Esa tarde del 31 de diciembre de 1999, con la sensación de estar llegando al límite de algo, a una bisagra, con ganas de saber que iba a pasar, si se iba todo a la mierda o si ibamos a poder ir a Funes a ponernos un poco en pedo y tirar bombas de estruendo, esa tarde con el olor a asado que empezaba a llegar de todos lados, esa tarde, Day Tripper cerró el que era su último programa del año con esta maravillosa canción: